lunes, 21 de mayo de 2007

RESUMEN CAPÍTULO 8: “LA ORGANIZACIÓN DEL TIEMPO EN LOS CENTROS ESCOLARES”.

INTRODUCCIÓN.

El concepto de tiempo es un concepto complejo y enigmático que nos introduce en debates científicos y vitales. Uno de los temas más debatidos ha sido la jornada escolar, así como, la identificación del tiempo de los estudiantes, de profesorado y de la Administración.

1. EL TIEMPO ESCOLAR: POLÍTICA EDUCATIVA.

En la Comunidad Autónoma Andaluza hay una orden que va dirigida a regular determinados aspectos sobre la organización y el funcionamiento de las Escuelas Públicas de Educación Infantil y de los Colegios Públicos de Educación Primaria.
Los horarios son elaborados por el Jefe de Estudios y son el instrumento a través del cual se distribuye la jornada escolar y se realizan actividades lectivas y complementarias que se vayan a programar con el propósito fundamentan de llevar a la práctica lo recogido en el Proyecto Curricular y al Plan Anual de Centro.
La Ley establece que sea el Director del Centro quién aprobará los horarios generales del Centro, los individuales del profesorado y del personal de Administración y Servicios y el del alumnado. En el horario general se fijan las condiciones en que el centro permanecerá abierto a disposición de la comunidad educativa, así como la distribución de la jornada escolar con las actividades lectivas y complementarias.
En el horario del profesorado se señalan 30 horas directas con el alumnado y hasta 37 con una serie de actividades como son: la programación de actividades educativas, asistencia a reuniones de Claustro de profesores y Consejo Escolar, etc.
El horario del alumnado señala que la jornada escolar es de 25 horas semanales para el Desarrollo del Currículo y 2 y media semanales para el recreo. La autonomía de los centros permite que los períodos de tarde no sean inferiores a 1 hora y 30 minutos.
El tiempo ha sido considerado en las organizaciones educativas como una variable o un recurso material. Esto significa que los teóricos, expertos, planificadores pensaban que el tiempo se podía controlar como si de un material fijo se tratara.
Otra idea viene de la mano de otros modelos más interpretativos donde el tiempo es considerado no como un recurso sino como una variable que se vive. Esta manera de entenderlo nos proporciona más complejidad porque tenemos que incluir que con el tiempo que tiene la organización hay que distribuirlo no solo para el “aprendizaje” sino para el desarrollo de las relaciones entre los miembros de la comunidad educativa.
Con lamentable frecuencia la vida en la institución escolar ha estado presidida por la uniformidad, el predominio de la disciplina formal, la autoridad arbitraria, la imposición de una cultura homogénea, la proliferación de rituales carentes de sentido, el fortalecimiento del aprendizaje académico y disciplinar de conocimientos fragmentados, incluso memorístico y sin sentido, distanciado de los problemas reales que lógicamente ha provocado el aburrimiento y hasta la fobia a la escuela y el aprendizaje.
En las últimas décadas del siglo XX, las propuestas e iniciativas de reforma del sistema escolar no se encuentran motivadas tanto por la conciencia de las insuficiencias cualitativas del sistema, por su incapacidad para facilitar el desarrollo educativo de ciudadanos autónomos, como por las exigencias imperiosas de la economía de libre mercado. Las políticas neoliberales proponen el desmantelamiento del estado de bienestar y la concepción de la educación no como un servicio público sino como una mercancía de destacado valor, sometida, lógicamente, a la regulación de las relaciones entre la oferta y la demanda.
La calidad de la enseñanza, postulada por las sociedades avanzadas y postindustriales, se hace, quizás una realidad en la normativa existente. La Ley de Reforma Universitaria, La Ley Orgánica General del Sistema Educativo, la LODE Ley Orgánica del Derecho a la Educación, intentan en buena medida plasmar su concepción de lo que significa el aprovechamiento del tiempo escolar y del tiempo educativo, tanto en la modalidad formal como en la no-formal.
El tiempo escolar está supeditado a las leyes de mercado, que regulan los costes, la financiación la productividad y la rentabilidad de la educación. La socioeconomía de la educación contempla uno de los aspectos del tiempo educativo, aunque no sea una dimensión intrínseca al proceso formativo. Si el producto, el aprendizaje, no se consigue, el tiempo escolar se convierte en un recurso desaprovechado y parcialmente estéril.

2. EL TIEMPO ENTENDIDO COMO VARIABLE O RECURSO MATERIAL.

El tiempo en las organizaciones educativas ha sido considerado como una variable o un recurso material o como una variable que se vive. El tipo de definición que le otorguemos va a venir de la mano de la definición que asumamos de organización.
El tiempo escolar, entendido como el tiempo directamente relacionado con las actividades de la escuela o centros educativos, es una parte del tiempo dedicado a la actividad educativa.
Existe un tiempo del profesor, tiempo del alumno, tiempo de los gestores, etc. Pero también se puede referir a tareas diversas como puedan ser académicas, administrativas, económicas u otras. Aparece así, el tiempo escolar como el resultado de múltiples variables.
La escolaridad se identifica más que con años con los períodos estándar en los que se programan determinados estudios o en los que los estudiantes realizan un vital preestablecido.
La realización del calendario se ha basado históricamente en las celebraciones religiosas tradicionales, olvidando la posible incidencia de factores biológicos y pedagógicos aún no suficientemente conocidos.
La determinación del calendario corresponde habitualmente a organismos municipales, regionales o estatales quienes determinan, de acuerdo al grado de autonomía reconocido a los centros educativos, normativas más o menos generales de obligado cumplimiento. Es obvio que, el tiempo está condicionado no por la naturaleza de la actividad educativa, sino por el entorno sociológico.
Lo más corriente es que no se pueda realizar todo el programa previsto, que los alumnos no dispongan de tiempo para profundizar o que los profesores no tengan tiempo para hacer proyectos curriculares o resolver multitud de problemas que se les presentan. No hay un horario ideal, sino que éste debe adecuarse a las necesidades pedagógicas existentes, al tiempo disponible, a las exigencias organizativas, al estilo del profesor, u otros factores.
Habría que superar aspectos que tradicionalmente afectan a los horarios como pueden ser la inflexibilidad, el antivitalismo y la falta de libertad y autonomía por parte de los protagonistas de la intervención educativa. Por ello, deberíamos tener presentes, las sugerencias de Doménech y Viñas sobre los siguientes principios básicos:
· Principio de globalización.
· Principio de priorización.
· Principio de distribución de tareas.
· Principio de racionalidad y coherencia.
· Principio de previsión y control temporal.
· La duración de la jornada debería ser variable en función de la edad.
· La localización de las materias y actividades debe de estar de acuerdo con el grado de fatigabilidad.
· Debe considerarse que la fatigabilidad varía de unas personas a otras, depende de su capacidad para resistir el cansancio, guarda proporción inversa con la edad, se altera por el método didáctico empleado y es afectada por la propia personalidad del docente.

La organización y el tiempo no suelen ser problemáticos o materia conflictiva excepto cuando nos referimos a la jornada escolar.

3. LA JORNADA ESCOLAR.

El principal condicionante de los procesos escolares es el tiempo, y su principal recurso las capacidades y motivaciones de los alumnos, lo que significa que en un mismo tiempo distintos alumnos obtendrán distintos resultados, así como que un mismo resultado sólo podrá obtenerse con distintos tiempos.
El modo en que usamos el tiempo es un indicador de nuestra calidad de vida. La visión que tenemos del tiempo y las decisiones sobre su uso están completamente conectadas con lo que valoramos y creemos.
Giddens describe las escuelas como “instituciones disciplinarias” que operan dentro de “límites cerrados” y “en función de una precisa economía del tiempo”.

4. EL IMPACTO DEL TIEMPO EN EL APRENDIZAJE.

A lo largo del tiempo las organizaciones educativas han trabajado con conceptos como el tiempo en el trabajo. El dominio del aprendizaje y la oportunidad para aprender representan esfuerzos evidentes por controlar el impacto del tiempo en el aprendizaje. En los últimos años, los educadores han comenzado a reconsiderar, desde este punto de vista técnico, el tiempo como una forma de revitalizar las escuelas.
Los sistemas sociales tienden a ser cada vez más abiertos e interactivos. Como resultado de la integración del tiempo, el lugar y el individuo en contextos de relación, complejidad, interconexiones y subjetividad proporcionan nuevas posibilidades temporales en educación.
Los ritmos y los ciclos influyen en nuestros pensamientos y en nuestras acciones en el lugar donde trabajamos o aprendemos, no. Las historias del profesorado muestran hasta que punto las escuelas están dirigidas por “ciclos” y “ritmos”. Los estudios de casos del profesorado incluyen referencias: módulos horarios, las tareas semanales, las notas trimestrales, las vacaciones según el calendario y la promoción anual.

5. EL TIEMPO COMO UNA VARIABLE QUE SE VIVE.

Algunos aspectos del tiempo dominan la vida del profesorado, pero raras veces se reconocen y se tienen en cuenta en las escuelas. El tiempo se experimenta de forma subjetiva, es personal. Nuestras experiencias internas del tiempo son diferentes de nuestras nociones del tiempo espacial o del tiempo entre acontecimientos. Por eso, si queremos entender los acontecimientos que diariamente tienen que ver con el tiempo en educación, es esencial tener en cuentas las historias de los profesores que aclaran la calidad y naturaleza de sus “vivencias del tiempo”.
Los profesores experimentan el caos, la imprevisibilidad y la emoción de la vida escolar diaria cuando intentan enfrentarse a las múltiples y persistentes demandas de los estudiantes. El tiempo pasa más lentamente cuánto más lejos se está de las aulas.
La intensificación es otra dimensión del tiempo que el profesorado experimenta y conoce bien. Cada vez hay menos tiempo para hacer más cosas.
La presión de tener que hacer más con menos, y con más rapidez, afecta a la forma de pensar, sentir y comportarse del profesorado.

6. EL DEBATE SOBRE LA JORNADA ESCOLAR.

La jornada escolar hace referencia al modo como se distribuye el tiempo lectivo horario a lo largo del día y de la semana. Los modelos plantean la existencia de cinco sesiones de mañana como rasgo común; se diferencian en que, pueden incluir dos, tres o cuatro sesiones de tarde.
Las decisiones que se adopten sobre la jornada escolar no son responsables únicas, ni directas ni principales en orden a la calidad de los procesos de enseñanza-aprendizaje desarrollados en las instituciones educativas, pero constituyen variables intervinientes de gran relieve, porque definen el marco temporal de actuación y facilitan u obstaculizan la intervención de otros factores más determinantes.Es importante distinguir entre jornada prolongada o jornada concentrada. Concentrar el trabajo escolar en una jornada continua de cuatro o cinco horas diarias, induce casi con toda probabilidad, a un estilo pedagógico caracterizado en la escuela por la urgencia en el desarrollo de las actividades, de las transiciones entre tareas, y por la premiosidad en las relaciones humanas. Por tanto, van en aumento las voces que argumentan que la jornada escolar que más conviene es la prolongada.

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